En las localidades de La Florida y Delfín Gallo, ubicadas al este de la capital, hay vecinos que aseguran que colocando una botella con agua sobre el medidor de luz, es posible disminuir el consumo. Creyentes o no, cada vez son más los que depositan su fe en este dispositivo que, según explica un experto de la UNT consultado por LA GACETA, no surte efecto.
Algunos aseguran que funciona y otros que no, pero todos coinciden en algo: agotaron sus energías sin encontrar soluciones convencionales ante los reiterados aumentos. La tarifa de la luz se encareció un 105% desde al año pasado. “La situación económica está mal y la gente cree en cualquier cosa con tal de resolver el problema”, opina Diego Masilla (39), vecino de Delfín Gallo, mientras mira la botella que instaló sobre su medidor.
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La impotencia se impone a la razón y lo que sigue es la confusión o el conjuro menos pensado. Como un signo religioso, las fachadas de las casas muestran botellas de todos los tamaños. Hay hasta bidones de cinco litros.
El fenómeno se inició hace tres meses aproximadamente, según contaron vecinos a LA GACETA. La fecha conicide con la eliminación de la tarifa social de la luz y la suba de hasta un 25% de la electricidad en febrero.
105% aumentó en promedio el precio de la tarifa de luz desde el año pasado, según el Ersept
Estos factores impactaron sombríamente en la economía de estas familias. “Todavía estoy pagando en cuotas una boleta de $ 5.000 y ahora me llegó una de $ 7.000”, suspira preocupado Ramón Rivadeneira (60). “No me quedó otra que probar con la botella”, justifica.
La jubilada Carmen Núñez debe afrontar los $ 3.300 del servicio sólo con sus $ 8.000 de haberes jubilatorios: “cuando pague no sé qué voy a comer después”.
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En una situación similar se encuentra Romina Díaz (33): “mi marido quedó sin trabajo hace poco y cobramos un plan de $ 5.000, nosotros que somos pobres vivimos para pagar la luz”.
Nadie sabe quién tuvo la idea. Lo cierto es que se propagó con una rapidez sorprendente. La mayoría dice haber puesto la botella luego de verla en los medidores de sus vecinos, otros lo leyeron o escucharon en grupos de Facebook o de WhatsApp.
Ramón González (60), uno de los primeros en montar el artilugio, escapa a la regla. Dice haberlo escuchado de un vendedor ambulante de la Banda del Río Salí: “vino un muchacho que vendía cosas diciendo que personal de EDET le había asegurado que funcionaba”.
Quizás este desconocido haya sido el “vendedor de milagros” que puso en marcha el dudoso engranaje de una fe insólita.
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Gabriel Bustos (58), vecino de La Florida, la compara con viejas creencias como poner botellas en cruz para ausentar las tormentas. “Tiene que ser algo milagroso, por eso sólo funciona para algunos”.
Sin embargo, no todos están convencidos de que se trata de una simple superstición. Para Norma Robles (53) tiene que ver con la ciencia. “Desde que puse la botella me llegaron $1.000 menos”, asegura con orgullo y sorpresa.
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El ingeniero eléctrico de la UNT, Ricardo Díaz, arroja un poco de luz sobre el asunto: “es físcamente imposible que una botella de agua sobre el medidor pueda disminuir el consumo” (ver destacado).
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La mayoría de los vecinos no creen que el dispositivo funcione. Ya han recibido boletas con el mismo o mayor importe que la anterior. Aún así, las botellas continúan sobre sus medidores. “En mi casa somos 12 y nos viene más de $4.000 de luz. No pierdo la fe en que un día la botella funcione para poder pagar menos de luz”, cuenta González.
“Físicamente imposible”
Un docente de la UNT dice que las botellas no reducen el consumo
“Me parece insólito”, dijo Ricardo Díaz, director del Instituto de Alta Tensión y Energía de la UNT, sobre las botellas arriba de los medidores de luz para reducir el consumo. El experto dijo que los medidores analógicos y digitales funcionan basándose en leyes físicas. “No están libres de alteraciones, pero para hacerlo hay que modificar conexiones o abrirlos”, explicó.